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Vacunación contra la Influenza: Un Pilar de Prevención Integra

Comienza la temporada

Iniciamos la temporada de influenza, que se extenderá hasta marzo de 2026. Como aspecto positivo, en los últimos años hemos observado una disminución sostenida en los casos de influenza gracias a los esfuerzos de vacunación, las medidas de prevención y la mayor conciencia social sobre la salud respiratoria. A diferencia de los años previos a la pandemia, hoy contamos con una población más informada, pero también con el riesgo de caer en una falsa sensación de seguridad. Por eso, es esencial mantener lo básico: la vacunación contra influenza y coronavirus, además de cuidar el equilibrio del sistema inmunológico mediante hábitos saludables.


¿Qué es la vacuna contra la influenza?

Las vacunas son una de las herramientas más efectivas de la medicina preventiva moderna. La vacuna contra la influenza ayuda a evitar infecciones respiratorias graves y potencialmente mortales. La influenza es una infección viral que puede causar fiebre, tos, dolor muscular, fatiga y otros síntomas. Existen diferentes tipos, como la influenza estacional, la influenza pandémica H1N1 y la influenza aviar. Todas son causadas por virus que cambian constantemente, lo que explica la necesidad de vacunarse cada año.


Tipos de vacuna contra la influenza

Existen distintas presentaciones de la vacuna, entre ellas:

  • Inyección intramuscular, generalmente aplicada en la parte superior del brazo.
  • Aerosol nasal (actualmente no disponible en México).

Cada año, las vacunas se actualizan para adaptarse a las cepas virales que circulan con mayor frecuencia, aumentando su eficacia protectora y reduciendo la carga viral comunitaria.


¿Quién debe vacunarse y cuándo hacerlo?

Todas las personas mayores de seis meses deben vacunarse contra la influenza anualmente. Es especialmente importante en personas con enfermedades crónicas, adultos mayores, embarazadas, pacientes inmunocomprometidos y personal de salud.

La mejor época para vacunarse en México es antes de octubre, idealmente al inicio del otoño, antes del incremento de casos. En países del hemisferio sur, donde el invierno ocurre en julio y agosto, se recomienda hacerlo antes de mayo. Sin importar la región, lo importante es aplicarla en cuanto esté disponible.


Razones para vacunarte

Vacunarte puede evitar que te enfermes y también protege a las personas que te rodean, reduciendo la transmisión en la comunidad. Incluso si llegas a contraer la enfermedad después de vacunarte, la vacuna disminuye el riesgo de complicaciones graves, hospitalización y mortalidad.

Estudios recientes del CDC y la OMS (2025) confirman que la vacunación anual reduce entre un 40 y 60% el riesgo de hospitalización por influenza, especialmente en personas con enfermedades metabólicas o cardiovasculares. Además, al fortalecer el sistema inmune mediante nutrición y estilo de vida, la respuesta inmunológica a la vacuna es más robusta y duradera.


Vacunación durante la etapa post-pandemia de COVID-19

En esta etapa post-pandemia, la vacunación contra la influenza sigue siendo fundamental. Aunque la vacuna no previene el SARS-CoV-2, reduce la carga hospitalaria y las coinfecciones respiratorias.

En México se mantiene la autorización para la vacunación simultánea contra influenza y COVID-19, sin pérdida de eficacia ni aumento de efectos adversos, de acuerdo con la Secretaría de Salud (2025). Recibir ambas vacunas fortalece la inmunidad global del organismo y ofrece protección integral frente a virus respiratorios de alta circulación.


Efectos secundarios

La vacuna contra la influenza es segura y bien tolerada. Los efectos secundarios más comunes incluyen:

  • Dolor o enrojecimiento leve en el sitio de aplicación.
  • Fiebre o malestar general leve.
  • Dolor muscular o de cabeza.

Las reacciones alérgicas graves son extremadamente raras. Si presentas síntomas intensos o dificultad para respirar tras la vacunación, debes acudir de inmediato a atención médica.


¿Qué pasa si tengo alergia al huevo?

Algunas vacunas contra la influenza se elaboran utilizando proteínas derivadas del huevo, pero la cantidad es mínima. Estudios recientes (Kelso et al., J Allergy Clin Immunol Pract, 2024) demuestran que incluso las personas con alergia al huevo pueden vacunarse de forma segura. En casos de alergias graves, la aplicación puede realizarse bajo supervisión médica en un entorno controlado.


Enfoque Integrativo en la Prevención Respiratoria

La medicina integrativa entiende que la vacunación es una pieza esencial, pero no la única, en la prevención de enfermedades respiratorias. El fortalecimiento del “terreno biológico” —el equilibrio inmunológico, metabólico y emocional del cuerpo— potencia la respuesta a las vacunas y reduce el riesgo de infecciones.

Entre las estrategias con evidencia científica se incluyen:

  • Nutrición inmunomoduladora: Una dieta rica en vitamina C, zinc, omega 3, probióticos y fitonutrientes (como los presentes en cítricos, vegetales verdes, cúrcuma y jengibre) mejora la función inmune y reduce la inflamación sistémica.
  • Ejercicio regular y descanso reparador: El ejercicio moderado y el sueño de calidad favorecen la producción de citocinas antiinflamatorias y linfocitos T reguladores.
  • Manejo del estrés crónico: El exceso de cortisol puede suprimir la respuesta inmunitaria; técnicas de respiración, mindfulness y meditación ayudan a modular el eje neuroendocrino.
  • Evitar hábitos inmunodepresores: El tabaquismo, la privación de sueño y el consumo excesivo de alcohol deterioran la respuesta inmune y aumentan la susceptibilidad a infecciones respiratorias.

Estas medidas, junto con la vacunación, conforman una estrategia de prevención integral que promueve una salud más resiliente.


¿En quién es prioritaria la vacunación contra influenza?

La vacunación contra la influenza es prioritaria en personas con alto riesgo de sufrir complicaciones relacionadas con la enfermedad. Incluye a los siguientes grupos:

  • Niños pequeños:
  • Entre 6 y 59 meses de edad (menores de 5 años).
  • Adultos mayores:
  • Personas de 50 años o más.
  • Pacientes con enfermedades crónicas, como:
  • Pulmonares: incluyendo asma.
  • Cardiovasculares: excepto hipertensión aislada.
  • Renales o hepáticas.
  • Hematológicas: como anemia de células falciformes.
  • Metabólicas: como diabetes mellitus.
  • Neurológicas: trastornos del cerebro o médula espinal, parálisis cerebral, epilepsia, accidente cerebrovascular, discapacidad intelectual, retraso del desarrollo moderado o grave, distrofia muscular, lesión medular.
  • Personas inmunodeprimidas:
  • Por cualquier causa, incluyendo medicamentos inmunosupresores o infección por VIH.
  • Mujeres embarazadas:
  • Aquellas que están o estarán embarazadas durante la temporada de influenza.
  • Niños y adolescentes en tratamiento con aspirina o salicilatos:
  • Entre 6 meses y 18 años, debido al riesgo de desarrollar síndrome de Reye tras la infección por influenza.
  • Residentes de hogares de ancianos o instituciones de atención prolongada.
  • Poblaciones indígenas, que pueden tener mayor vulnerabilidad inmunológica y menor acceso a servicios de salud.
  • Personas con obesidad grave:
  • Índice de masa corporal (IMC) igual o mayor a 40.
  • Personas que viven o cuidan a individuos en alto riesgo de complicaciones, incluyendo:
  • Personal de salud: con potencial de exposición a pacientes o materiales infecciosos.
  • Contactos domésticos o cuidadores de:
  • Niños menores de 5 años (especialmente <6 meses).
  • Adultos mayores de 50 años.
  • Contactos de personas con enfermedades crónicas que aumentan el riesgo de complicaciones graves por influenza.


Conclusión

La vacunación contra la influenza sigue siendo un pilar de la medicina preventiva y, combinada con un enfoque integrativo, ofrece una protección más completa frente a los desafíos respiratorios actuales. Cuidar la nutrición, el equilibrio emocional, el descanso y mantenerse al día con las vacunas son acciones clave para fortalecer la inmunidad y el bienestar general.

En 2026, la salud integrativa nos invita a ir más allá de la prevención tradicional: a fortalecer el cuerpo, la mente y el entorno como un sistema interconectado. Vacunarte es un acto de responsabilidad y autocuidado.


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